Por Leonel Campazzo
El disco, el objeto alguna vez llamado “disco”, un tesoro de desvelos en ciertos casos inconfesables, ha perdido el interés, el afán de coleccionismo, en una generación que ha cambiado la forma de consumo de música, que abandonó el hábito de sentarse a escuchar una obra de principio a fin.
“Bossanova”, el disco rupturista, el que establece un antes y después en la historia de Pixies, es un fiel representante de eso días de fiebre de fetichismo y palpitaciones emocionadas. El calendario, celoso y obsesivo, anuncia el treinta aniversario de la grabación y edición original del disco y aporta la excusa perfecta para volver a visitarlo.
“Bossanova” es amado y odiado por igual, curiosamente los motivos de unos y otros es el mismo: la música. La urgencia, la furia inicial, la energía incontenible es canalizada, atrapada, reconvertida en nuevas formas. El viaje, se detiene y saborea, visita los climas que en “Doolittle”, aparecían tímidamente sugeridos. Un giro estilizado, elegante en la música y liricas que parecen inspiradas en episodios de ciencia ficción.
La exquisita producción de Gil Norton, ahogada en reververancia, consigue cohesionar el material. La magia de esa sonoridad “espacial”, permite poner en pie de igualdad piezas disimiles, igualmente inspiradas como “Velouria” y “Havalina”. El menú abierto, visita diferentes y variados tópicos. El rugido inicial, característico, persiste en “Rock Music”, la épica surf aparece en “Cecilia Ann”, un cover de los Surftones y el perfil pop triunfa en “Allison”, “Dig for Fire” y “All Over the World”.
El disco presenta a su vez, el perfeccionamiento de la formula “suave/fuerte/suave”, que deliberada, conscientemente, adopto Nirvana en “Nevermind”. El clímax, el cenit, el punto crítico, sin embargo, es alcanzado con las sublimes “Ana” y “She is Weird”, un ejemplo perfecto de simpleza y sofisticación, que ingresan a la sala de elegidas del universo Pixies.
El diario de grabación, en su registro, exponía una creciente tensión en Francis Black y Kim Deal. Francis decidió asumir el liderazgo y restringir las posibilidades de Kim al negarse a incorporar al disco sus composiciones y limitar sus aportes vocales. El arribo tardío de Kim a las sesiones de grabación, por estar en medio de una gira europea con The Breeders, su proyecto paralelo, agudizó la crisis.
Las disputas particulares, personales, que suelen llevar al caos y malograr los esfuerzos, fueron hábilmente sorteadas a lo largo de treinta y cinco intensos minutos que convierten a “Bossanova” en una obra maestra del indie, en un verdadero inevitable.
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