Por Fernando Infante Lima
La pena, el dolor, la inabarcable, inextinguible gama de sentimientos, esos sentimientos que palpitan, evocan, hieren, alegran; respiran fuerte en “El Siervo”, el último episodio de ese gran libro de música, que vive en la obra de Palo Pandolfo.
La idea de siervo, que puede ser interpretada en varios planos, alude, explica la idea de estar al servicio de la música, de ser un esclavo, un cautivo; de ser un ser, cuyo fin último en ese universo de significancias, es transcribir su vida a música.
Palo, un espíritu libre, un trotamundos incansable, para poder subsistir, se embarcaba en interminables giras, visitando los lugares más recónditos, subiendo a los escenarios más humildes, en la doble necesidad de encontrar el sustento, el artístico y el material, siempre ejerciendo su noble oficio.
Y es el oficio, entendido como un destino, el que da sentido a la colección de canciones que encierra “Siervo”. La mántrica “Doble Corazón”, es una instantánea brutal y desgarradora de un corazón cansado, que a pesar de su triste suerte, persiste. La urgente “Parpados” es una ensoñación poética, que se eleva liviana envuelta en tinte pop.
La bellísima “El Alma Partida” es la tristeza hecha canción, un aire folclórico se cuela, se enreda en los versos, que alojan una desesperanza profunda y final. El pedido de perdón sincero, habita en “La Idea”, una plegaria que pide, invoca “el poder de la luna y el sol”.
Las composiciones juegan, se pierden en el pedido de energía, en la fuerza y poder de los elementos naturales. “El Viento”, de aires flamencos, encuentra el cante jondo de Sofía Viola, el entendimiento, la comprensión de “el viento todo se lo llevó”. El optimismo, la alegría, pisa fuerte en “Tu Amor”, que tiene un inconfundible, inocultable destino de hit.
El sonido electro acústico, buscado, pretendido por Palo para este disco, descansa en la producción paciente, sabia de Juan Belvis, que como un orfebre fue buscando, agregando y sacando, entendiendo cual era la vestimenta necesaria de cada pieza.
El dolor de su desaparición temprana, el intento de comprender que ha sucedido, sugestiona, lleva a pensar que existía cierto sentimiento premonitorio, ya que en los versos de la canción que cierra el disco dice, “me llevan al final, en el viento vivo, te buscare”.
“Siervo” inevitablemente, más allá de cuál ha sido su origen, su intención, se erige como el canto final, el legado tardío e inesperado de ese trovador incansable que fue Palo Pandolfo. Un disco fundamental, necesario.
Este link conduce a la reproducción del video oficial de la canción “El Alma Partida”.
Este link conduce a la reproducción del video oficial de la canción “Tu Amor”.
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