A los 57 años, en su casa en la localidad de Killarney, Irlanda, se apagó la vida del músico estadounidense Mark Lanegan.
Mark Lanegan, líder de Screaming Trees y figura icónica del grunge, emergió públicamente a principios de los años 90’s envuelto en furia y pasión, para sacudir de ideas y contenido, para revitalizar la envejecida y alicaída escena del rock en Estados Unidos.
Su voz, cascada y curtida en tabaco y alcohol, fue su marca distintiva. El espíritu impuesto, expuesto en su cruda interpretación, sin perder sensibilidad y brillo en el color de su voz, le permitió avanzar y encarar diversos proyectos e intereses, que trascendían su inclinación inicial.
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Su participación distintiva en la banda Queen of the Stone Age y una interesante, selecta y variada carrera en solitario, marcaron sus días en los últimos veinte años. La galería de colaboración y contribuciones de Mark Lanegan, incluían a músicos de diversos ámbitos, desde Willie Nelson a Mike Watts, pasando por Greg Dulli, Soulsavers, Jeffrey Lee Pierce, P.J. Harvey, Duke Garwood y Moby. Sus discos con Isobel Campbell merecen un capítulo aparte.
La música, elemento único y transcendental en su vida, le permitió combatir ciertos demonios que lo asediaban desde su niñez, imbuido en los vaivenes del crecimiento en una familia disfuncional y también los que persistían fuerte en su vida adulta, subida a adicciones y excesos de variada intensidad.
El destino quiso que al principio y al final de su carrera, a modo de síntesis, editara sus gemas invaluables, el monumental “Sweet Oblivion y el emocionante “Straight Songs of Sorrow”, que permiten entender su incuestionable itinerario.
¡¡¡Buen Viaje Mark!!!
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