por Fernando Infante Lima.
La sociedad entre música y humor, es una aventura singular, una relación por conveniencia, una cruza ambivalente de intereses difícil de amalgamar, de homogenizar. El intento, insistente, repite una historia de fallidos que transpone, invade fronteras estilísticas, genéricas y geográficas.
¿El humor pertenece a la música? se preguntaba insistentemente Frank Zappa, que edito una serie de grabaciones bajo ese título, que podría interpretarse como una tesis en la materia. La crítica, la mirada aguda, esconde en el humor una vision sombría, vergonzante, de cuestiones difíciles de abordar.
El ingenio, la amplitud, dibujan una mirada amable, que ahoga las miserias del cotidiano. La vision infantil y el absurdo, la mueca tragicómica, respiran el arte de artistas que han hecho del humor, su arma esencial. Madness y They Might Be Giants, con estilos diferentes, expresan con precisión la noción de interpretar el mundo, tomando distancia de una óptica formal. El sabor criollo de la misma idea, con las particularidades propias que se desprenden de las diferencias culturales, asoma en la música de Los Twist, Luis XV y los Auténticos Decadentes.
El genial Hugo Varela y el Negro Fontova, con estilos y habilidades diferentes, cultivaron un estilo simple, directo. Les Luthiers, La Banda Elástica y la Offside Chamber Orchestra, elevaron el juego a un plano más complejo, culto, sutil.
La cruzada, ambiciosa y virulenta, suma un nuevo autor: Alan Sutton y las Criaturas de la Ansiedad. “Hombrecito con los Pies en la Tierra”, su nuevo disco, es una obra conceptual lanzada en tres envíos de cuatro canciones, que desde el titulo mismo, enciende la polémica.
Alan Sutton, asume el papel de Joker, cuando las vibraciones, las palpitaciones del personaje, continúan vividas, presentes. La ironía propia del personaje, enmascara una cruenta, severa mirada crítica a la sociedad moderna y se detiene en observaciones hacia la belleza, la locura y la soledad. Los miedos, los deseos, la ansiedad, la insatisfacción que habita en cada ser, es abordada en un trazo grueso, exagerado, que intenta desmitificar mediante la caricaturización, ciertos síntomas de frustración.
La irreverencia de Alan, abierta a la provocación intencionada, premeditada, sea en la gestualidad o en el planteo de sus letras; encuentra en Jerónimo Romero (guitarrista de la banda) a su socio ideal, que traduce en música el universo de Las Criaturas de la Ansiedad.
El rock, el pop, la cumbia, el rap, el reggae, la música clásica, todo los recursos son válidos para darle vida a esta obra conceptual, a esta broma salvaje, que vibra latente en las sombras del día a día.
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