El Chantecler: Una Historias para Curiosos y El Magnate Desconocido.
Por Walter Piazza y Hernan Jaureguiber
Nuevamente en Café Al Paso, en Radio Gráfica, hoy cambiándolo por mate virtual, los contertulios Walter Piazza y Hernán Jaureguiber.
Dejamos atrás al Armenonville y el Palais de Glace, salones tangueros bisagras en la evolución social y en la evolución social del género. Allí surgió la Guardia Nueva, de la mano de Arolas, el “Tigre del Bandoneón”, por quien hicimos un alto para evocarlo de manera especial y a los hermanos De Caro, quienes afianzaron toda una época.
Nuestro rumbo sigue, ya en la senda de los años 20, con la música renovada, e ingresamos a otros templos tangueros, aproximándonos al climax de la década del 40, con el Marabú, el Tibidabo y otros ámbitos donde llegó a la cúspide nuestro Tango. Pero hoy hacemos escala en uno que tempranamente se convirtió en sinónimo de esplendor del 2 x 4: El Chantecler.
Hernán Jaureguiber: El Chantecler abrió sus puertas en Diciembre de 1924. Su propietario era un tal Charles Seguin, de quien poco se habla y sin embargo era un verdadero Zar de la noche porteña y un inversor diversificado en otras actividades. El hombre explotaba distintos reductos de la noche, en ambas orillas del Océano Atlántico y repartía su inversión entre París y Buenos Aires.
Fue un destacado magnate de la noche e impulsor de decenas de rubros, tan sagaz y notable administrador, inexplicablemente, tras su muerte, como si no hubiera previsto u organizado el destino del fruto económico de sus esfuerzos, su riqueza se desmoronó como un endeble castillo de naipes. Dedicamos para los curiosos, una interesantísimo investigación de Carlos Swarcer que transcribimos como nota. (*)
Lo cierto es que la permanencia de Seguin al frente del negocio era escasa y quienes lo administraban realmente, era una pareja que finalmente se quedaría con la propiedad del lugar, cuando su dueño falleciera: Amadeo Garesio y Mdme Ritana.
Garesio era un hombre vinculado al hampa, un pesado de la época. Nos referimos a él cuando relatamos la tentativa de homicidio a Carlos Gardel en 1915, varios años antes de la inauguración del Chantecler. Las razones del episodio nunca fueron esclarecidas, pero todo indica que se trató de un enfrentamiento que tenía en el medio a la Ritana, socia o amante o meretriz del matón. O todas esas cosas a la vez. Algunos de esos roles de la mujer, enfrentaron al Morocho del Abasto con el hombre de averías. No puede precisarse si se trató de amoríos u otro tipo de asuntos. Lo cierto es que el crimen fracasó y la intentona de terminar el trabajo, asesinando a Gardel en otra ocasión, fue disuadida por otro hombre de no menos agallas, pero cuyo territorio de acción estaba del otro lado del Riachuelo, en Avellaneda. Nos referimos a Juan Ruggiero, alias Ruggerito.
Ruggerito era el pistolero de Avellaneda, al servicio de Alberto Barceló, intendente de esa localidad y miembro del Partido Conservador. Como ocurría en el Abasto con los hermanos Traverso, al servicio del Senador Benito Villanueva. Cercano a ambos vínculos, estaba Carlos Gardel, de muchachito y de hombre joven, en uno y otro caso cronológicamente. Ruggerito explotaba prostíbulos en Avellaneda, era amo y señor de la comarca y extendía su fama en la Capital Federal y en el resto de la Provincia de Buenos Aires.
Acabaría sus días de un balazo por la espalda en el año 1933. Es una referencia popular intensa en la región y pese a los casi 90 años transcurridos, su tumba en el cementerio local es un verdaderos santuario, con velas, pedidos, promesas y toda clase de rituales populares. A metros esta la bóveda de su jefe político, Barceló, que luce el frío de las placas de bronce, pero ninguna idolatría.
Volviendo a nuestro asunto, parece ser que fue Ruggerito quien sacó la cara por su amigo y protegido, Carlitos, y le hizo a Garesio una oferta que no pudo rehusar, como sintetizaba Don Corleone. Y el asunto concluyó allí.
La otra administradora o dueña del Chantecler era, como dijimos, Mdme Ritana.
La mujer había echado buena regenteando distintas casas de tolerancia en Buenos Aires.
Había llegado proveniente de Italia y al frente de varios prostíbulos, también fue conocida con el seudónimo de Jeannet. Pero fue con su apellido real y en el Chantecler, como Enrique Cadícamo la inmortalizó en la letra de Adiós Chantecler.
Y es que adosada a Garesio o viceversa, nunca se sabe, el binomio aparece como Alma Mater del nuevo lujoso Cabaret al que nos referimos hoy.
Ubicado en la calle Paraná 436, a metros de Corrientes, entonces angosta, desde la puerta presentaba un lujo de pretensiones parisinas.
Tenía una dársena para que arribaran los automóviles y los concurrentes pudieran descender, atendidos por un portero empilchado con galera que les abría la puerta y les daba la bienvenida.
El nombre Chantecler, es el típico afrancesamiento que sugiere varias cosas: Paris con su apogeo de la noche, su vinculación eterna como segunda capital del tango, meca de todo porteño con pretensiones de éxito, y por sobre toda las cosas, sofisticación. Los tanguero suelen afrancesar hasta sus nombres cuando adoptan un pseudónimo. Y Chantecler sería “Canta Claro”. Existió en Montevideo un peringundín con ese nombre, pero no podemos tener certeza que fuera una copia del nombre del lugar o una coincidencia.
Ya seguiré con la descripción del lugar. Pero ya adentro, el brillo no era el oropel de su decoración, sino del tango. Allí brilló con distintos intérpretes y allí resurgirá como ritmo bailable. Acomodo la yerba, cebo el mate y dejo a mi compadre, Walter para que nos hable de la música, allí adentro del Chantecler.
Walter Piazza: Bueno cébese un mate entonces y largue la guitarra. Que para música ya tenemos bastante si entramos al Chantecler. A partir de 1924 desfilaron infinidad de músicos y cantores, y ya se sabe quién fue el que más destacó su presencia. Vamos a intentar nombrarlos y aproximar una definición de ellos. Hagamos como un ritual para que cada uno de esos espíritus se haga presente y dejemos para el final de la nómina al hombre fuerte, musicalmente hablando.
En la inauguración engalanó la noche Julio De Caro y su orquesta. Justamente el mismo que nombrábamos debutando en el Palais de Glace en la década anterior. Ya dijimos que De Caro y su sexteto es bisagra en el género, que pasa de Guardia Vieja a Guardia Nueva, y precisamente en esa evolución llega en la década del 20 al Chantecler.
De Caro, ya un músico consagrado en 1924, actúa en el cabaret hoy evocado. Julio De Caro forma su sexteto con bases ya bien definidas, tras curtirse con maestros como Arolas, Firpo, Fresedo y Cobian. Un sonido nuevo para aquel tiempo, junto a su hermano Francisco que revoluciona desde el piano con solos a capela y la gravitación de aquellos dos primeros bandoneonistas que fueron Pedro Maffia y Luis Petrucelli y en el contrabajo Leopoldo Thompson . Esta formación o sea el formato sexteto, lo va a mantener De Caro por 10 años, alternándose músicos como Pedro Laurenz, Armando Blasco y su hermano Emilio De Caro, entre otros.
El Chantecler estuvo abierto 35 años y en su salón lucieron distintos ritmos y virtudes:
Eduardo del Piano: músico bandoneonista, arreglador y director, se lanzó a mediados de la década del 40 cuando Ángel Vargas se desvincula de Ángel D’Agostino, formando orquesta para acompañarlo. Años después prosigue con otros intérpretes como Mario Bustos y Héctor De Rosas.
Carlos Di Sarli: Si bien está totalmente identificado con la Boite Marabú, su paso por El Chantecler, fue para marcar diferencias en los ritmos bailables del tango. Di Sarli, pianista y director de gran prestigio, engalanaba las pistas para exquisitos baldoseros de charol.
Joaquín Do Reyes: músico, bandoneonista, director de larga trayectoria, actuaba siempre en cabarets con muy buenas formaciones y especialmente en actuaciones radiales.
Atilio Stampone; Músico, pianista de la hornada renovadora a partir de la década del 50.
Leopoldo Federico: Maestro, bandoneonista con trayectoria, en una época que ya poco se bailaba el tango, pero consigue el espaldarazo del público cuando es convocado por Julio Sosa a que lo acompañara con su orquesta.
Héctor Varela; Maestro bandoneonista, muy ligado al lugar por haber pertenecido casi 10 años, como primer fueye de quien ya vamos a hablar, amo y señor del lugar. Cultivo un ritmo muy parecido al más característicos de los ejecutantes del Chantecler….
HJ: Bueno pero ese es el plato fuerte y se trae más de una anécdota y polémica. Un personaje. Pero no era el único personaje del lugar.
Además de Garesio y La Ritana, el lugar fue cita de infinidad de personalidades que le dieron vida, mística y mitología al Cabaret.
El presentador era un hombre mulato, ya una rareza en el Buenos Aires del Siglo XX. Se lo conocía como “Principe Cubano”, pero lo cierto es que era nacido en 1880, en el sur del Gran Buenos Aires, tal vez hijo de algún sobreviviente de los últimos mulatos muertos en la Guerra del Paraguay (de la Triple Alianza o la Triple Infamia). Su nombre Ángel Sánchez Carreño.
En el guardarropas, encontrábamos nada menos que a Pepita Avellaneda, un lugar humillante, digno del argumento de varios tangos, si tomamos en cuenta que se trataba de Josefa Callati, una Uruguaya a quien se atribuye ser la primer mujer en cantar un tango.
Pepita Avellaneda nacida en 1874, había llegado a Buenos Aires cuando se moría el siglo XIX y actúo en cuanto piringundín de la Boca encontró, realizando presentaciones muy cerca de la pornografía.
A la par del ascenso social del tango, le llegó su cuarto de hora en los salones del Armenonville, El Palais de Glace y otro cultor del grotesco la incorporó a su compañía: El gran Florencio Parravicini.
Pero como el personaje de la Mireya o el de Vieja Recova, la mala suerte y la vejez le jugó una carta brava y su declive la llevó al guardarropas del Chantecler, donde más de un jailaife veterano, la reconocía entre los tapados de armiño que allí se amontonaban.
WP: Bueno, Carreño se dice que fue el autor de la frase aquella del Rey del Compas, el Rey de los bailarines y el Rey del Chantecler. Ya es hora de nombrarlo. Juan D’Arienzo.
D’ Arienzo es un hombre que por sus características musicales abrió fuertes polémicas y opiniones a partir de un cambio estilístico en el ritmo de su orquesta.
Este momento musical ocurre según se cuenta, en una travesura que hacen sus músicos incentivados por Rodolfo Biagi, quien era el pianista de la orquesta en ese momento. Aprovechando que D’Arienzo en la entrada de la primeras horas de la tarde no estaba (se iba a dormir la siesta cuentan algunos) es que Biagi le dice a sus compañeros, si se animan a seguirlo en un marcato diferente, haciendo apoyo sobre todo en los bandoneones y el piano repetitivo en notas enérgicas. Fue así que probaron y salió todo el mundo a bailar.
Cuando regreso a las horas D’Arienzo y se preparó a dirigir como hacia habitualmente, la orquesta toco como lo hacían siempre, a lo que el público comenzó a silbar diciendo que tocaran como lo habían hecho toda esa tarde.
Ahí fue cuando D’Arienzo se acercó a Biagi y le pregunto qué macanas habían realizado, Biagi y los muchachos tocaron para que D’Arienzo escuchara y este ni lerdo ni perezoso al ver la respuesta de los bailarines, desde ese momento y hasta su muerte en 1976, nunca abandonaría aquel ritmo enérgico y de compás.
Fue, como dije, el presentador Sánchez Carreño quien lo bautizó “El rey del Compás” a lo que D’Arienzo retribuyó, nombrándolo a su anunciante como el Principe Cubano. Podemos decir que en el primer film argentino sonoro, “TANGO”, se puede apreciar en un pasaje del film, al cabaret en su esplendor, su pileta de natación, sus pistas de baile y lujos en vajilla y decorados, en el palco la orquesta de D’Arienzo interpretando el tango “Chirusa”.
La película es del año 1933 y entonces la orquesta sonaba diferente y más reducida en su formación de la que hablamos en 1935.
Otro detalle del film, es la única aparición en donde se lo ve a D’Arienzo ejecutando el violín, porque poco tiempo después, ya se lo verá siempre dirigiendo y casi haciendo un show en sus actuaciones, donde infundía con gritos y miradas cómplices con el público, para que la orquesta sonara con mucha fuerza y sus cantores muchas veces no podían terminar de cantar, por la tentación en risas que Juan se encargaba de provocar.
HJ: Fueron muchos los cantores que entonaron en el Chantecler, pero como ya se dijo, el cabaret destacaba por ser un palacio para los bailarines.
Era un verdadero variete circense, en donde desfilaban acróbatas, magos, transformistas y hasta contaba con una pileta climatizada donde se lucían bañistas exhibiendo sus destrezas. Solo faltó Esther Williams.
Su barra permitía la vista a las tres pistas de baile y sus palcos eran una amplitud inusitada, donde el cliente podía beber y cenar en ellos y hasta bailar. Como lo evoca Cadícamo en su tango, “El Palquista”, podía cerrar su exclusivo lugar mediante pesadas cortinas de pana roja y como si fuera poco, contaba con teléfonos para ordenar su consumición con total intimidad.
El declive de este templo sobrevino con el saqueo cultural y del otro que llegó en 1955, cuando la malaria y el abandono deliberado de nuestras costumbres, instalaba una “ola nueva”.
Hacia el final de los 50 el Chantecler dijo basta y en 1960, la fría piqueta lo redujo a escombros, como reza el pesar de su tango más evocativo.
Junto con el Chantecler brillaron otros salones y cabarets. A ellos iremos en nuestros próximos encuentros.
Hernán Jaureguiber: Abogado Laboralista. Café al Paso. La Señal. FM 89,3 La Gráfica.
Walter Piazza: Académico Fundador. Academia Nacional del Tango.
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(*) La Historia del Fundador del Chantecler.
Cuando hable de Charles Seguin como dueño desconocido del Chantecler, no me imaginaba que escondía la figura de una persona ignorada en la Argentina y que merece ser conocida. El investigador Carlos Swarcer realizó una apasionante investigación, que aquí se resume de la siguiente manera.
Charles Seguin
Nacido en Bienne, Suiza, el 28 de enero de 1877, el joven Charles arribó a la Argentina hacia 1895, a los 18 años, procedente de Francia. Personaje enigmático y novelesco, sus comienzos estuvieron fuertemente ligados al ambiente artístico, la noche y todos los caminos o atajos que llevaban al divertimento; no obstante, trascendió el ámbito del mundo del espectáculo, hacia un inmenso imperio económico de variados rubros y de extensas ramificaciones. No deja de llamar la atención como magistralmente acrecentó su fortuna con increíble astucia, invirtiendo y multiplicando sus ganancias rápidamente, y tempranamente acumulara entre 1900 y 1915 acciones de importantísimas Compañías.
Montecarlo.
En 1910 compró más de 67.500 hectáreas en el Alto Paraná (Misiones, Argentina). Cuatro años después, constituyó una sociedad con Gustavo Haack: la Misiones Land Company, entidad comercial que estableció el obraje denominado: Puerto Haack, que con el tiempo pasó a llamarse “Montecarlo”, en honor a Carlos Seguin. Los montes fueron explotados para extracción de madera y yerba natural.
Al venderle Seguin gran parte de estas tierras a Carlos Culmey, éste dio inicio a una colonización con inmigrantes de habla alemana, en mayo de 1920. Esta obra colonizadora de Misiones, se desarrolló sobre el aporte previo de población criolla que ocupaban las tareas del obraje y que se convirtieron en guías de los alemanes, transmitiéndoles a estos sus saberes en relación al monte y la fauna del lugar.
La SAT (Sociedad Anónima South American Tour)
En los primeros años del siglo XX, se acentuaron en la Argentina los rasgos de la impronta inmigratoria. Paradójicamente, en tanto que una economía agro exportadora dejaba saldos a favor en el comercio exterior, y en líneas generales existía una tendencia a la prosperidad económica, el descontento social se evidenciaba en los ánimos de vastos sectores de la población.
Eran tiempos de los esperados y sonoros festejos del Centenario, Buenos Aires, en tanto contaba con 1.300.000 habitantes -una de las urbes más grandes del mundo-, sus dirigentes políticos ordenaban la construcción de caminos, canales, vías férreas, o la explotación del petróleo recientemente descubierto en el sur.
En este contexto comenzó a funcionar la SAT (“South American Tour”), empresa de Charles Seguin, creada en 1911, y que por más de dos décadas tuvo su oficina central en la calle Esmeralda 449, Buenos Aires, es decir, en el teatro Maipo.
Tal como consta en archivos y balances, Carlos Seguin, a través de esta Sociedad Anónima, con socios o testaferros, concentró la enorme mayoría de sus emprendimientos. El análisis de los diferentes directorios de su empresa revela un grupo de personajes “fieles”, que se repetían y rotaban en todas las actividades, hombres de confianza que a lo largo de los años participaron del perfecto engranaje, de un Emporio Comercial montado con sorprendente habilidad.
Se observan, además, los importantes nombres de las empresas en las que disponía acciones: Compañía Nacional de Carruajes Electromóviles SA., Compañía de Tranways “Eléctricos Buenos Aires”, Compañía Argentina de Teléfonos SA., Sociedad Argentina “Termas Rosario de la Frontera” (Explotación de aguas minerales y sus derivados. Salta). Diamantino (Matto Grosso) Dredging Company, South American Mining Company. Misiones Land Company SA, Banco Francés del Río de la Plata, Tranways Niza, Cervecería Quilmes, Compañía General de Iluminación y Ornato., Sociedad Anónima Publicidad “TENA”, etc.
Y en la medida que se abordan los archivos de la SAT y otras empresas. aparecen cantidades de negocios de Seguin, requiriendo de significativos capitales: La Eléctrica del Norte (Tucumán), Proyecto de ensanche Usina Eléctrica Santiago del Estero, compra y ventas de propiedades en la Capital Federal y en varias provincias (acciones en la Sociedad Inmobiliaria Franco Argentina), extracción minera: cobre, plata y oro (ejemplo: Famatina, La Rioja), Obrajes, industria maderera, producción de Yerba Mate, transportes de Frutos de Brasil, cultivo y producción de Lino, exportación de agua Mineral (Palau), Cantera Albión (Tandil) importación de Automóviles de Dion Bouton como “Único representante en América del Sud”. También propietario o arrendatario de barcos de carga o pasajeros (Formosa, Flecha, Helios y Tritón, etc)
Charles Seguin y el Mundo Artístico
Además de poderoso dueño o accionista de las compañías arriba mencionadas, Monsieur Carlos Seguin, se encontraba directamente vinculado a la Sociedad Teatral Ítalo-Argentina, y regenteaba el Teatro Circo Coliseo Argentino, el Teatro Casino (considerado gran Músic Hall de Sudamérica), el Ópera, el Odeón, el Excélsior, el Porteño, el Maipo, entre otros.
Bajo su control se encontraban lugares paradigmáticos de recreación como el “Pabellón de las Rosas”, espacio de diversión y citas galantes, el “Armenonville”, sitio vinculado a los peregrinos de la noche porteña, el Parque Japonés, obra faraónica con un inmenso jardín para el entretenimiento, el Circo Hippodrome, el Cabaret Royal Pigall, el Casino Pigall, el Palais de Glace, inaugurado como pista de patinaje y devenido en salón de baile, el Tabaris, el Chantecler, etc.
Su profundo sentido de la oportunidad lo llevó a dirigir y expandir sus accionar a Circos, Teatros, Cafés Concerts, Cabarets, Parques de Diversiones, espectáculos de Boxeo y Lucha libre o Zoológicos, adecuándose empresarialmente a ambientes populares como a salones para el gusto de la burguesía y la aristocracia porteña. Invirtió y puso su sello según las necesidades del momento.
Así, el Circo Hippodrome de Carlos Pellegrini y Corrientes, propuso como atracción las “tribus de Indios” Chiriguanos y Chamacocos, a modo de zoo humano, tal como tenía éxito en Europa este tipo de espectáculo catalogado de exótico.
Para la diversión de la clase más pudiente, que le proporcionaba suculentas ganancias, además incursionó, fundamentalmente, en Hoteles-Casinos, sitios de recreación veraniega como el Casino Real de Montevideo, el Hotel y Casino Real de San Carlos de Colonia del Sacramento, Uruguay, Teatros y Circos en Montevideo. En Argentina el Hotel Termas Rosario de la Frontera (Salta), Savoy Hotel (Tucumán), Hotel Sierra de la Ventana, el Casino de Alta Gracia (Córdoba) y en emprendimientos similares para instalar un Casino en el Tigre Hotel (Pcia de Buenos Aires), o en Viña del Mar (Chile).
Seguin fue parte del Directorio y Administrador General del “Mar del Plata Jockey Club”, alquilaba los servicios de traslados de caballos hacia el Hipódromo y ofrecía modernos studs. Esta Sociedad Anónima, al mismo tiempo, realizaba las ventas de importantes lotes en esta zona costera de la Pcia de Buenos Aires, atractiva para inversionistas.
En esta ciudad pujante, el empresario expandió su acción a otros derivados del juego, firmando un convenio con el Club Mar del Plata, arrendándole por varias temporadas sus instalaciones para instalar en exclusividad un “Casino”. Se lo autorizó a la explotación de juegos de azar varios: Ruleta, Baccarat, Caballitos, Boulle y Treinta y cuarenta y, desde luego, números de Variedades y Music Hall.
En Sudamérica, Estados Unidos o Europa, en los proyectos comerciales encauzados, las atracciones artísticas eran un complemento indispensable y, justamente, fueron proporcionadas por los mismos teatros, cabarets y representantes artísticos que se encontraban dentro de la esfera de las actividades de la SAT.
Igualmente, en la Argentina, se articulaban en el circuito económico sus empresas de Ornato, iluminación, Publicidad y grandes depósitos para satisfacer todo lo concerniente a los espectáculos organizados en sus locales.
No es casual que Charles Seguin, recibiera el reconocimiento y afecto de los artistas, reverenciado por ser el “manda más” o “rey de la noche”, o como agradecimiento por brindarles espacio y trabajo en momentos en que, por ejemplo, el Tango o el género revisteril, necesitaban de empresarios audaces. Quizás por eso es que Ángel Villoldo, considerado “el Padre del Tango”, le dedicó a Don Carlos Seguin, nada menos que dos de sus emblemáticos tangos: “El Esquinazo” y “El Fogonazo”.
Entre otros hechos históricos acaecidos en sus salones, recordemos, que en el teatro Esmeralda (ex Scala), Carlos Gardel estrenó” el primer tango canción: “Lita” (Mi noche Triste). Madame Rasimí, que revolucionó el género de la Revista con sus “bataclanas”, fue contratada por Charles Seguín: la francesa, que no era fácil para firmar contratos, como queda demostrado en varias misivas con el empresario, confiaba solamente en el trato directo con “Don Carlos”, para resolver sus presentaciones y traslados a Buenos Aires, Brasil y otros destinos.
Evidentemente, un capítulo aparte es la enorme importancia del rol de Charles Seguin en la difusión del Tango, teniendo en cuenta que los estrenos de ese género por aquella época se produjeron, a menudo, en Teatros de Revistas, Cabarets, y demás sitios de esparcimiento, los cuales eran en muchísimos casos - como hemos señalado - propiedad de este singular empresario de la noche. Por las características de su propio circuito y vinculaciones alentó intensamente la llegada del Tango a Europa, favoreciendo en las primeras tres décadas del siglo XX, cientos de contratos artísticos entre la Argentina y el Viejo Continente.
Otra forma del manejo propicio de la coyuntura, lo podemos advertir en su gestión en el Palais de Glace, que comenzó como pista de patinaje sobre hielo, luego escuela de baile, con las famosas tardes de tés danzantes del conde Juan Eugenio de Chikoff, o las muestras de Vogué ´s Club, desfiles de moda, el Ciro´s Club, convirtiéndose en el salón de baile por donde pasaron prestigiosas orquestas de tango. Finalmente, en 1931 el Municipio cedió el Palais de Glace a la Dirección Nacional de Bellas Artes.
La Radio y el Cine.
Seguin pensó el Teatro Coliseo para la actividad circense, en particular con la actuación del famoso payaso Frank Brown, pero al poco tiempo modificó su estilo, convirtiéndolo en teatro lírico para representar famosas Óperas, algunas estrenadas allí antes que en el mismo Teatro Colón. Y fue en la azotea del Teatro Coliseo, donde se realizó la primera transmisión radial en la Argentina.
El empresario, que ya estaba vinculado al mundo del cine desde comienzos de siglo comerciando con Max Glücksmann y León Gaumont, fue accionista y agente de la famosa firma francesa Pathé, e impulsó su proyector en Argentina, Brasil, entre otros países.
Teatro Scala (Esmeralda-Maipo). Circa 1910.
Los cercanos contactos en esta área se advierten en la elección de los administradores artísticos para el Teatro Scala ”: José Pepe Costa, que en 1915 le cambió el nombre “Esmeralda”, fue uno de los pioneros de la cinematografía en nuestro país, y Humberto Cairo - que en 1922 lo llamó Teatro Maipo - fue productor de la famosa película argentina “Nobleza Gaucha”. Finalmente, Luis César Amadori, de sostenida actividad en esta sala, fue su director artístico y además de comprársela a la familia Seguin, desarrollaría una intensa y exitosa carrera como Director de cine.
El análisis de las decisiones más adecuadas y redituables se encontraban en el aceitado funcionamiento de la SAT, y en el magnífico olfato comercial de su presidente, que en el caso específico de sus espectáculos, además del beneficio económico o el éxito en sí buscaba el placer de “llegar primero” o “descubrir talentos”, tal como se manifiesta en el caso de los famosos Oliver Hardy y Stan Laurel, cuando los trae a Buenos Aires antes de que fueran el famoso dúo cómico (1926). Ambos cómicos fueron contratados por Charles Seguín, para sitios de esparcimiento que manejaba en la ciudad. En 1914 “el gordo” actuó en “El Pabellón de las Rosas” y en “El Parque Japonés”. En 1915 llegó Stan Laurel para presentar su labor payaseca en el Teatro Casino.
En Europa.
Intrépido y exitoso en Buenos Aires, con la “South American Tour” el empresario promovió brillantes giras artísticas por todo el mundo. En Europa conquistó Francia, Alemania e Italia. Su presencia fue significativa en innumerables contratos de artistas de varietés, espectáculos circenses y cantantes del circuito europeo hacia Sudamérica, y viceversa. Se lo vincula con los comienzos del avanzado y revolucionario Teatro Apollo de París y, a través de la gestión de Mario Lombard, con la sala denominada “Florida”, donde debutó Carlos Gardel en París, en 1928.
Asimismo, en la STIN (Sociedad Teatral Internacional), fue nombrado administrador General del grupo argentino, y por el grupo Italiano se designó a Walter Mocchi. Esta empresa nació el 24 de julio 1908 “para hacer frente a la industria del teatro en todos sus aspectos, desde la gestión de la industria del entretenimiento, la adquisición y construcción de salas de cine en Italia y en el extranjero”. La génesis de la STIN se entrelaza con la historia de Compañía Teatral Italo Argentina, controlada por Seguin. El primer acto de la STIN fue la compra del célebre Teatro Costanzi (29 de julio 1908). La operación tuvo un costo de 2,3 millones de liras.
Además de controlar el Costanzi, la STIN se hizo cargo de la gestión de varias salas: Teatro Regio de Parma, el Regio Turín, el Carlo Felice de Génova, el Teatro Petruzzelli de Bari, el Roma, etc.
También los circuitos turísticos europeos y Parque de diversiones como el famoso “Jardín de Aclimatación De París”, hoteles y restaurantes, fueron parte de su visión empresarial en Europa.
Si bien Seguín vivía parte del año en Buenos Aires, en la calle Esmeralda 449 (Teatro Maipo y sede de la SAT), poseía agencias, o sucursales en Brasil, Nueva York y, por supuesto, Paris: en la calle Laffiite. Su poderío económico queda también demostrado en su casa de veraneo en el sur de Francia: a comienzos de los años veinte compró la Mansión de Villa Eze-les-Pins, paradisíaco lugar en el que había vivido hacia 1914 el presidente Raymond Poincaré, y que hoy es Patrimonio Cultural francés.
Relación con los Lombard.
Comenta el compositor Enrique Cadícamo en sus memorias: En aquella época funcionaba en Buenos Aires una oscura organización del submundo del hampa, cuyo cerebro actuaba en Marsella aparentemente, como una pacífica Agencia Internacional de negocios artísticos para América Latina, que no era otra cosa que una Agencia para promover el tráfico internacional de la trata de blancas. Sus organizadores eran los hermanos Lombard, cuatro hermanos corsos destacados dos en Marsella y dos en Buenos Aires (Alejandro y Mario) cuyo apellido pasó más tarde a ser rubro comercial de la empresa que se denominó “LOMBAR Tour”. Un tal Carlos Seguin, joven francés, adinerado, con elegante presencia de play boy internacional… era el dueño de las salas donde iban a actuar los componentes de la mercadería que enviaban de Europa, los Lombard.
De acuerdo a estas afirmaciones de Cadícamo, sobre dichos del bandoneonista Juan Canaro, las actividades atribuidas a los Lombard, parecen involucrar a Charles Seguín en terrenos prostibularios. Lo cierto es que la complejidad del tema y algunas contradicciones del libro de memorias de este famoso compositor, nos estimula a esclarecer estos rumores en el contexto de una investigación apoyada en fuentes fehacientes.
Podemos señalar que cuando los Lombard comenzaron a relacionarse con Seguin, éste ya era un poderoso empresario de diversos rubros que le dejaban enormes cantidades de dinero, y editor – propietario, del influyente y prestigioso diario de la comunidad francesa, “Le Courrier de La Plata”. Es así que desde comienzos de siglo XX fue un hombre conectado con altas esferas políticas, sociales y económicas de la Argentina, considerado como “empresario argentino” y representante de la cultura francesa en este país y el exterior. Por supuesto, este perfil no lo exime de relación con negocios turbios, sin embargo, tan inmenso rompecabezas comercial también amerita profundizar estas actividades a la luz del resultado de nuevas investigaciones.
Editor-Propietario de “Le Courrier de la Plata”.
El diario Le Courrier de La Plata, fue fundado y dirigido por el francés Joseph Alexandre Bernheim en Buenos Aires, donde vivió hasta su muerte (1893). Se distribuía en ambas márgenes del Río de la Plata, en las colectividades francesas radicadas en la Argentina y en el Uruguay. Con este diario, Bernheim, inició la venta callejera de ejemplares en la Argentina, ya que hasta entonces se realizaba por suscripción. Fue un poderoso medio que se mantuvo durante 81 años, hasta 1946.
Carlos Seguin Inició su gestión de Editor–Propietario de este diario junto a uno de los hijos del fundador, desde el 1 de mayo de 1904 hasta el 24 de abril de 1911. Luego se creó una Sociedad Anónima: León Forgues (Presidente) y Louis Grandval, (Vicepresidente), acompañados por un Consejo de Administración en el que se encontraban Charles Seguin y el Dr. Manuel A .Montes de Oca, y un directorio de encumbradas figuras.
Claramente, los largos años de vínculos políticos, económicos, y los contactos con personajes influyentes, son parte de acceso de Seguin a las esferas de decisión, y darían cierta explicación a sus oportunidades, ascenso y poderío. Llegar a dirigir ese diario prestigioso no fue casual, es decir, mucho antes de 1904 estuvo relacionado con ese medio y con los miembros conspicuos de la comunidad francesa.
Socios Financieros. Charles Seguin, el Banquero.
El empresario supo sumergirse en las aguas del mundo financiero, obteniendo la confianza de estos círculos para obtener capitales e involucrarlos en sus proyectos, o asociándose a planes y obras de los financistas, brindando los servicios de su red de contactos, infraestructura y, sobre todo, su habilidad administrativa.
Fue vasta y muy cercana la relación con la familia Tornquist, tanto con Ernesto (1842-1908) como con su hijo Carlos Alfredo (1885 –1953). Se integra y complementa en iniciativas diversas con ambos financistas, a lo largo de todo el país, en negocios inmobiliarios, construcciones, Hotelería, Sitios de recreación, Petróleo, minería, Casinos, etc.
Otro grupo financiero afín fue La Casa Bemberg. Otto Peter Friedrich Bemberg (1827-1895) fue un empresario, financista e industrial alemán, creador de un imperio económico en Argentina. La marca de cerveza Quilmes fue fundada por Otto en 1888. Fallecido en París, la compañía fue llevada a una posición dominante en el mercado por su hijo, Otto Sebastián (1858-1932).
Los Bemberg tenían ascendencia francesa, a través de Pedro Bemberg Boulle, y su hijo Otto, fue Cónsul General en París. A todo esto, Charles Seguín era accionista de la Compañía Quilmes, acciones que en parte se negociaban en el mercado europeo a través de la oficina de la South American Tour en París. Quilmes realizó importantes campañas publicitarias en El Courrier de la Plata, en el que como ya señalamos, Seguin fue Editor Propietario y luego accionista y Consejero.
Nicolás Mihanovich (1848-1929), empresario naviero austro húngaro, lideró su área del mercado en el Río de la Plata entre las décadas de 1880 y 1920. Su interés en un emprendimiento turístico en “El Real de San Carlos”, Colonia del Sacramento, Uruguay, iniciado en 1909, se concretó con la construcción de un muelle, un Balneario, una Plaza de Toros, un frontón de paleta vasca, un Hotel y Casino. Charles Seguin, luego del cierre de la Plaza de Toros, se hizo cargo durante años de todas las actividades de ese centro de diversión y esparcimiento, incluyendo obras de infraestructura hasta avanzada la década del ´20.
El empresario artístico, a través de la South American Tour puso toda la experiencia a favor de la atención, el entretenimiento y la recreación. Aire puro, tranquilidad, espectáculos y juego, fueron una excelente fórmula para atraer a las clases pudientes y un redituable negocio a pocos kilómetros de Buenos Aires.
Los barcos de la Cía. Mihanovich, realizaban el tráfico de la materia prima, productos y enseres para las construcciones que necesitaba Seguin, en sus Compañías en Misiones, Paraguay y Brasil. No obstante, el banquero-empresario franco-argentino procuró tener sus propias embarcaciones y la relación con Mihanovich se fue complicando, tanto que llegaron a un juicio.
Los balances de SAT y de otras empresas de Monsieur Carlos, nos muestran que una parte de los movimientos se encontraban bajo el título de “Banco Seguin”. Efectivamente, Seguin tuvo el rol de banquero en muchas de sus transacciones. De hecho, en Argentina y Europa lo presentaban como “empresario” o “banquero”.
En sus negociaciones con los grandes capitalistas, se manifestaba con gran convicción, por momentos este perfil es visible en las misivas que se intercambiaban, o en los mismos convenios y contratos, apareciendo su modo contundente, a veces avasallador, para persuadir sobre las bondades de sus proyectos.
El Ocaso del Magnate.
El dueño de la South American Tour, había llevado una vida de grandes emprendimientos, lujos y viajes. Casado a los 48 años con la joven británica Gwendoline Maud Davis, de 23, en febrero de 1925, tuvieron dos hijos: Carlos René (“Chuck”), nacido en 1926 y la pequeña Gwendoline (“Babs”), dos años después. La salud de Charles Seguin se había deteriorado a pesar de todos los esfuerzos por intentar su cura. Enfermo de los riñones, escribía a su esposa en febrero de 1930: “Gwen… Yo pensé tanto en mi muerte, me vi tantas veces a punto de morir, que ya no me importa. Pero quiero vivir para ustedes, y viviré”. Pero es sabido que el dinero no compra salud y llegó el momento en que las inyecciones de “Salirgan” y el “Digitaline no le hicieron efecto. Se precipitó el final y falleció el domingo 30 de marzo de 1930, de insuficiencia renal, en alta mar, en viaje a Europa a bordo del “Lutetia”.
En 1916, año de la muerte de su padre, había hecho construir en el selecto cementerio parisino de Montparnasse un Mausoleo de granito de cuatro plazas, a perpetuidad. El habitáculo de líneas austeras exhibe en su frente como única leyenda la palabra SEGUIN. Fue ocupado, primero por su progenitor, a los 68 años, el “Monsieur Segal dit Seguin Jean, Isaac” (sic), fallecido el 25 de julio de 1916, luego por su madre: Camille Bloch, fallecida el 8 de septiembre de 1919 y, finamente, recibió en abril de 1930 al empresario. El cuarto espacio esperaba a Gwendoline, pero la viuda volvería a casarse y cuando falleció el 13 de agosto de 1949, ya divorciada, fue ubicada en un ataúd en un Panteón del Cementerio Británico de la Chacarita (Buenos Aires) y cremada en 2011.
En 1930 Gwendoline había quedado a cargo de los bienes millonarios de Charles. Sus viajes, el nuevo casamiento, y prolongadas estadías en Estados Unidos y Francia, hicieron que se desvaneciera una parte de la fortuna, gastada por la viuda en sus intentos por mantenerse dentro de un ritmo de vida cercano a la aristocracia. Por otra parte, cifras fabulosas fueron a enriquecer a los abogados, lo que sumado a extraños manejos de terceros o posibles fraudes, en pocos años la Sucesión familiar perdió gran parte de la fortuna argentina y europea del empresario.
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