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Del Armenonville y el Palais de Glace al Chantecler

Foto del escritor: La Señal MusicaLa Señal Musica

Por Hernán Jaureguiber y Walter Piazza.

En nuestra última charla del Café al Pasó, Walter Piazza y Hernán Jaureguiber discurríamos sobre el paso del tango desde el circuito borrascoso de Lo de Hansen, el Tambito y el Velódromo, en donde se mezclaba el malevaje con jóvenes de la oligarquía hasta la calle Alvear en dos salones emblemáticos: El Armenonville y el Palais de Glace. Hicimos una descripción del refinamiento del primero y una introducción del segundo, que aún se conserva aunque con otros destinos, cercano a la intersección de la Avda Libertador y Pueyrredón.

Hernán Jaureguiber: En ese circuito en donde el tango hizo su entrada al salón de la alta burguesía nacional, olvidamos el Pabellón de las Rosas, ubicado en la misma Avda Alvear, enfrentado al Armenonville. Curiosamente, tiene una historia similar al Palais de Glace. Mi abuela paterna, Clara Emilia Pallordet y Mansoullete (1894-1981) me hizo frecuentes referencias al Pabellón de las Rosas y su afición al patinaje durante los tiempos previos al Centenario. Recuerdo vivamente sus historias en torno al hijo del Presidente Figueroa Alcorta.

Ambas impactantes construcciones fueron edificadas con todo el esplendor, para la época del Centenario. Al Pabellón de las Rosas concurrió en los faustos de mayo de 1910, la más importante visitante: La Infanta Isabel de Borbón.

Ambos edificios fueron diseñados para la práctica del patín sobre hielo, una bucólica practica instalada entre los aristócratas porteños de aquella Belle Epoque vernácula.

El Palais de Glace, fue construido por José R. Rey y Besadre en terrenos cedidos por la Municipalidad. Las actividades originales para las cuales fue diseñado eran patinaje sobre hielo y club social. Posteriormente modificado de la mano de Alejandro Bustillo, el mismo arquitecto que diseñó el pedestal formidable que soporta la mejor estatua ecuestre de Buenos Aires, lamentablemente dedicada al Gral. José María de Alvear, Director Supremo de las Pcias. Unidas en 1815 y una de las figuras más aborrecibles de nuestra tierra. El homenaje inmerecido fue dispuesto por un descendiente del felón, Torcuato de Alvear, hacedor de toda la modificación de la ciudad bajo el influjo Europeo (principalmente parisino) y que dotó a la zona de la bella Avda. a la que dispuso el nombre de su patricia familia. Algo que no horrorizó a nadie por entonces y que medio siglo después, se juzgara de manera desigual ciertos hábitos del Peronismo. La doble vara, siempre existe. Lo cierto es que es tan polémico Carlos María de Alvear, que la hermosa estatua tuvo muchos inconvenientes para inaugurarse oficialmente.

El Pabellón de las Rosas, era un edificio de unos años antes, de dos plantas rodeado de un amplio jardín. Destacaba por su estilo señorial, que pretendía emular a los pabellones de las exposiciones europeas. En sus salones se realizaban banquetes y espectáculos de todo tipo. Como ya dije, al igual que el “Palais” tenía pista de patinaje.

Además del tango, al que nos referiremos, se presentaban obras teatrales. Actuaron las compañías teatrales de Florencio Parravicini, Enrique Muiño y Roberto Casaux.

Como curiosidad, el actor estadounidense Oliver Hardy, el compañero gordo de Stan Laurel, de visita a Buenos Aires, en 1914, realizó un espectáculo cómico de poco éxito y nada memorado.

Pero su recuerdo está íntimamente ligado al tango.

En sus salones brillaron Osvaldo Fresedo (un elegante del tango) Vicente Greco, Roberto Firpo, Eduardo Arolas, Ricardo Brignolo, Francisco Canaro, Tito Rocatagliatta, Juan “Pacho” Maglio y Samuel Castriota (autor del tango Lita, en cuya música se apoyó Pascual Contursi para versear “Mi noche Triste” considerado el primer tango canción).

Como advertirá el lector, los músicos son similares a los que mencionamos actuando en el Armenonville, con la excepción de Pacho Maglio, que aunque amigo de los dueños del Armenonville, no se registra su actuación y si ocurre en El Pabellón de las Rosas. Tampoco se registran actuaciones de Gardel.

En cambio, otra curiosidad es que Lola Membrives, pasó por sus salones, pero no como actriz, sino como cupletista.

A su vez José Felipetti, músico, bandoneonista, le dedicó un hermoso vals al “Pabellón” que en 1913 grabó Eduardo Arolas.

El local, contó con una orquesta propia, dirigida por Gaetano D'Alo, pero tal vez la que mayor espectacularidad registró fue una mega orquesta en 1919, dirigida por Osvaldo Fresedo con treinta músicos y como invitados, dos pianos de antología: Juan Carlos Cobián y Enrique Delfino.

Cerró sus puertas en los carnavales de 1929. El edificio, como el Armenonville, fue demolido, dicen que el mismo año de su cierre.

Walter Piazza: El Palais de Glace, también dejó el patinaje de lado y en sus salones se instaló el tango a poco tiempo de inaugurarse.

Los músicos eran casi los mismos que mencionaste para el Pabellón de las Rosas. Podría agregar a Julio de Caro que era un músico recurrente en el lugar. En cuanto a Gardel, su concurrencia ya la mencionamos al incluir el relato de aquel balazo que casi lo calla para siempre.

El público que predominaba, al igual que en Armenonville y De las Rosas, era aristocrático.

H.J: Fijate que el Tambito y lo de Hansen, a donde concurrían tanto malevos como cajetillas, cierran sus puertas entre 1911 y 1912 y estos elegantes salones, que excluyen a los orilleros, abren sus puertas en esos mismos años. Sin embargo los músicos eran los mismos, por lo menos me viene a la cabeza, un episodio muy importante para el tango y que ocurrió en 1912, en donde integró una orquesta tocando la flauta, Vicente Pecci, aquel que mencionamos en nuestro anterior diálogo, como acompañante del trio del Pibe Ernesto (Ponzio) en sus actuaciones en EL Tambito.

W.P: Supongo que te referís a aquel evento organizado por el Barón De Marchi en el Palais de Glace.

H.J: A ese mismo me refiero. Y mirá que De Marchi era bacán en serio. Si hasta fue invulnerable a la Asamblea del año 13 y seguía coqueteando títulos nobiliarios. Vamos a contarles a nuestros amigos, o recordarles al menos, quien era Antonio De Marchi. El asunto artístico te lo dejo a vos, querido Walter.

Como dije era Barón, y había nacido en Italia el 25 de Agosto de 1875.

Sin embargo, un abuelo suizo ya había venido antes al Plata, en tiempos de la emancipación, y se instaló una farmacia, droguería como se le decía, y le fue muy bien. Tanto se ensambló el suizo entre los gauchos que un hijo suyo se casó con Mercedes Quiroga, hija de Facundo, el Tigre de los Llanos.

Es que los De Marchi tuvieron especial dedicación a casarse con hijas de celebres argentinos. El Barón Antonio de Marchi, eligió como esposa a María Roca, hija del Julio Argentino, el presidente más importante de aquella etapa y un oligarca consumado.

Pese a todo, al estallar la primera guerra mundial no dudó en servir a su patria natal y se fue a luchar a la península.

Era uno de esos personajes al estilo Newbery, con el Dandismo de Alvear, el aventurerismo de Anchorena y un tiro al aire como Alzaga.

Pero antes de partir para la Italia en guerra, en la Reina del Plata, no dejó de sacarle viruta al piso. Contanos Walter, el evento de 1912, hablanos del baile y de los músicos que pasaron en el Palais de Glace.

W.P: Bueno en realidad se trata de una exhibición que organizó este Barón que se codeaba con el Rey de Italia, Victor Manuel III, lo que le daba chapa, además de la guita que tenía.

Este Bon vivant, aprovechando el furor que el tango desataba en Paris, adonde lo habían llevado la primer oleada encabezada por Gobbi (padre), Flora (su esposa), Villoldo y Saborido, decide sorprender a la chetada porteña que se debatía entre el Snobismo de lo exótico y lo reprimido, porque entonces había toda una cruzada moralizadora en el propio Paris.

Pone en escena una orquesta que integran: Genaro Espósito en bandoneón, Guillermo Saborido en guitarra, Vicente Pecci en Flauta y Vicente Pecce en Violín. Algunos sostienen que la dirección la tuvo Bachicha Deambroggio, pero no hay consenso al respecto. Deambroggio es un músico olvidado, autor del tango Bandoneón Arrabalero, y uno de los que “la pegó en Paris”.

Bachicha fue músico de la orquesta de Roberto Firpo e integró la gigante Firpo-Canaro para los carnavales de 1917 y 1918 del Teatro Colón de Rosario. Este fue un mega espectáculo del que hablaremos otro día. Bachicha se las picó a Paris y formó inolvidable conjunto con un músico muy poco nombrado, AGESILAO FERRAZANO. Se estableció en la Capital de Francia, como pasó con otros músicos de la época, por ejemplo Pizarro, en donde murió en 1963.

Vos me preguntas por el contenido musical, por el sonido de entonces. Tal vez el aporte más rescatable sea el paso de Julio De Caro por el Palais de Glace. Allí, ejecutando su violín, fue escuchado nada menos que por Eduardo Arolas, El Tigre del Bandoneón, y tiempo después se integró a la formidable orquesta de este, participando entre otros con Ferrazano y varios monstruos sagrados del tango.

De Caro, nacido el 11 de Diciembre, al igual de Gardel, es homenajeado junto al Zorzal al instituirse en su coincidencia de natalicio, como Día Nacional del Tango. Tal la importancia de este músico, cuyo primer aporte fue otorgarle una elegancia desconocida hasta entonces.

Con De Caro suele señalarse el comienzo de la Guardia Nueva, que a su vez reconoce varias etapas según los expertos en el género. En 1924 formó un sexteto llamado a modificar completamente el sonido del tango. Lo acompañaban sus hermanos Francisco y Emilio, pianista y violinista respectivamente y un dúo de bandoneones irrepetible en la historia del tango: Pedro Maffia y Pedro Laurenz. En rigor de verdad, inicialmente estuvo junto a Maffia, Luis Petrucelli, otro destacado bandoneonista. Y es imposible no señalar que el conjunto lo completaban alternativamente los contrabajistas, Leopoldo “el Negro” Thompson y Vicente Sciarreta.

De Caro se destacó por la armonía y tal fue su innovación, que desde entonces se lo conoce como Decarismo o Escuela Decariana.

Era un músico de conservatorio, y fue agregando matices para concluir en un sonido orquestal melancólico, que pueden intuirse en obras tales como Flores Negras y Loca Bohemia.

Fue quien abandonó el 2 por 4 para pasar a escribir en 4 por 8. Fue un lujo al oído, combinando con una gran posibilidad para el baile.

Pedro Maffia, integrante del Sexteto de don Julio, fue quien le sacó al bandoneón todo su potencial y con ello, se dio el paso definitivo entre la Guardia Vieja y la Guardia Nueva, que culminaría en los años 40.

Y en la antípoda de Maffia, Pedro Laurenz lo completaba con una estética musical.

A estos dos próceres del “fueye”, en otro tiempo del tango, Astor Piazzolla les dedicó una obra a la cual tituló Pedro y Pedro, en tributo de su admiración a quienes consideró sus maestros.

H.J: Yo creo que puede decirse que con De Caro, el tango deja el ritmo de piringundín, vivaz, para ponerse tristón y melancólico, tal como llega hasta hoy. Igualmente es justo decir que ese paso no lo hace solamente De Caro. Osvaldo Fresedo, contemporáneamente ya venía marcando un estilo distinto. Mete el arpa, la batería. Inclusive llegará tocando en distintos ámbitos, como la boite Randez Vous, de su propiedad en la calle Maipú, en paralelo al Cabaret de los años 40, incluso prolongando su vigencia. Pero ese templo será objeto de una nueva charla.

W.P: Nos estamos olvidando de Arolas. Yo creo que debemos dedicarle un dialogo entero y exclusivo. Pero como lo mencionamos como músico en el Armenonville y presente en el debut de De Caro en el Palais de Glace, es justo mencionar que Arolas hizo cosas que hoy consideramos modernidades y sin embargo ya estaban en su bandoneón.

Algunos los marcan como el más grande compositor de nuestro género ciudadano. Como Ferrazano, Deambrogio Pizarro y otros, llevaban la segunda oleada del tango a París y la muchachada aristocrática flirteaba con músicos y personajes arrabaleros, generando un mundo donde convivían compadritos y bacanes, tanto en el Armenonville y el Palais de Glace.

H.J: Coincido con vos, que Arolas merece un diálogo completo y lo vamos a hacer porque Arolas inspira escribir historias que no siempre son contadas. Su corta vida y su muerte, tienen una trascendencia digna de recordarla. Firpo lo llevó al Armenonville. Después su paso por Montevideo y París.

Me quedaron algunas perlitas, que no resisto no contarlas.

W.P: A mi también.

H.J: El Barón De Marchi, fue el propietario de la hoy abandonada Isla que lleva su nombre y donde Cristina Fernandez de Kirchner proyectaba un ambicioso polo audio visual. Se trata de un lugar en la propia boca del Riachuelo, en donde llegaron y probablemente desembarcaron los hombres que acompañaron al Adelantado Pedro de Mendoza para fundar Buenos Aires en 1536.

Mucho se polemizó sobre el lugar, tanto como propiedad, origen y proyecto hasta hoy no concretado.

También, el sitio motivó polémicas de historiadores como Enrique de Gandía, Paul Groussac y Eduardo Madero, acerca de si fue o no el lugar de la primera fundación de nuestra amada Reina del Plata.

Una comisión apurada por la celebración del cuarto centenario, dejó abierta la polémica, aunque, arbitrariamente, señaló al actual Parque Lezama como asiento de los trémulos ranchos, tal vez por considerar que la elevación del terreno le daba mayor magnificencia al evento.

Otros señalan a la isla del Barón De Marchi como lugar donde prendió el brote de aquel frustrado primer intento, que medio siglo después, concretaría el Vizcaíno Garay, pero esta vez en la actual Plaza de Mayo.

Como sea, allí está el Barón, su isla y todo nuestro empeño por rescatar nuestra identidad. Allí estuvo mí querido River Plate en su comienzo, pero eso se lo dejamos para el compañero Carlos Aira, autor del excelente libro Héroes de Tiento, lectura recomendada si las hay.

W.P: En cuanto a la posible intervención del Vaticano en la ejecución del tango, todos coinciden que son puras macanas, y que no existió ningún tango bailado frente al Santo Padre. La audacia porteña merecería el evento, pero lo cierto es que se trataría de una mitología.

Lo que si tenemos como cierto, es que tan importantes fueron estos salones, que varios compositores les dedicaron obras, algunas inolvidables. Apurando una improvisada lista, tenemos a Armenonville, de Maglio; Pabellón de las Rosas, de Felipeti y Palais de Glace de Cadícamo.

H.J: También, la biografía del Barón De Marchi, obliga a hablar de su amistad con los Príncipes de la Casa de Saboya, tan presentes en nuestra población por la presencia itálica, en nuestra entrevero portuario en los tiempos de la inmigración.

Un miembro de esa Casa Real fue asesinado en el año 1900 y causó hondo impacto entre tanos, Genoveses, Calabreses y Sicilianos afincados en Buenos Aires. Desde entonces una calle del tanguerísimo barrio de San Telmo lleva su nombre: Humberto Primo.

A su vez, el Presidente Dandy Marcelo Torcuato de Alvear, a quien nombramos por su presencia en los salones que hoy mencionamos y por el nombre de la Avenida por la que paseamos con el recuerdo, en 1924 recibió con todo glamour a Humberto II de Saboya, que concito la atención nacional al igual que cuando también se recibió al Príncipe de Gales (a quien le cantó Gardel).

Humberto II era el heredero al trono de Víctor Manuel III, por ese entonces Benito Mussolini se quedaba con la jefatura de Gobierno de la Península y no se llevaba muy bien con Su Majestad. El espíritu liberal del monarca italiano chocaba con el Duce. Por lo tanto simpatizaba con el liberalismo explícito de Don Marcelo Torcuato. La mundanalidad los unió en aquella visita y el tango no estuvo ausente en sus juergas entre protocolo y complicidad.

Como se sabe, caído el Régimen Fascista, Badoglio se sacó de encima al monarca y a su monarquía. El anciano abdicó en favor de su hijo, nuestro visitante ilustre, el cual partió al exilio y los tanos jamás volvieron a postrarse ante un Rey.

Humberto de Saboya, sin embargo, nunca se olvidó de aquellos días entre tango y tango en los lejanos años 20, y los sonidos de De Caro, Maffia, Laurenz y tantos otros, inspiraron a su esposa, María José de Bélgica, que mantuvo toda su vida una cercana relación con Argentina.

Amante de las artes y las letras, admiró a Borges y a Piazzolla, y a sus ochenta años pudo cumplir su viejo anhelo de conocer nuestro país.

Pero la relación de los Saboya con Argentina no termina allí. Quien vivió mucho tiempo en la provincia de Córdoba, fue la princesa Beatriz, hija de Humberto y María José, casada con el argentino Luis Reyna Corvalán, a quien su suegra adoraba.

Corvalan era elegante, buen mozo, amigo de las fiestas, y frecuentando el mundo diplomático y a la alta burguesía rápidamente sedujo a la princesa. Pese a que el matrimonio fue tormentoso, Corvalán logro siempre contar con la simpatía del rey sin corona Humberto y la reina María José. Tal vez en la añoranza de aquella lejana visita al Palais de Glace y el Armenonville.

Nunca se sabe, al fin y al cabo, como dirían Donato y Lenzi, en Araca París, con tres corte de tango, sos millonario, morocho y argentino, Rey de París.

Hasta la próxima. Para hablar de Arolas, e ir entrando a la guardia Nueva y darnos cita, si llegamos, al Chantecler.

* Walter Piazza, es Académico, Miembro Fundador de la Academia Nacional del Tango. * Hernán Jaureguiber es Abogado laboralista, integrante de La Señal Medios.


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